Julio
2018. INICIO: Mientras que el viejo
Samuel Velarde agoniza, víctima de una terrible enfermedad que
preocupa a su esposa, Doña Bárbara, y la hermana de esta, Berenice;
en la bella provincia de San Martín del campo, la hermosa y
apasionada Consuelo Velarde se entrega en cuerpo y alma al gran amor
de su vida, Felipe Medrano, quien le hace el amor como nadie y le
promete que estarán juntos solo para poder poseerla pues en realidad
él tiene otra familia en la ciudad, lugar al que se dirige luego de
hacer suya a la inocente Consuelo, quien al llegar a casa recibe una
fuerte cachetada de Doña Bárbara, quien sospecha lo que ha hecho y
la acusa de ser una perdida. Consuelo llora en soledad y confiesa a
Berenice que está enamorada y desea huir con su amado, lejos de la
dureza de su madre, quien pareciera que nunca la ha querido. Berenice
la abraza y le asegura que Bárbara la quiere mas no comprende porqué
no salió dura y atrevida como ella, sino frágil y pasiva como su
padre, al que Bárbara siempre ha dominado. Berenice se aterra cuando
su sobrina le revela que se ha entregado a Felipe, al que la tía
acude a buscar en la pensión en la que vive, enterándose de que el
hombre se ha marchado del pueblo al recibir una llamada de su esposa.
De inmediato Berenice se lo hace saber a Consuelo, quien no lo acepta
y va en busca de su amado, sufriendo al saberlo perdido. Dentro de
poco, gracias a su sirvienta, Amelia, descubre que está embarazada y
llena de miedo entera a su tía, quien le hace saber que a la dura
Bárbara no le hará feliz la noticia por lo que le ruega que espere
a que Samuel se recupere y así no le causen una preocupación más.
Pero Samuel muere al paso de un par de meses y en su funeral Consuelo
sufre un desmayo que hace que Bárbara, quien ante la sociedad es
caritativa, dulce e intachable, pide a un médico que revise a su
hija a pesar de que Berenice trata de impedirlo y lo logra,
despertando sospechas en su hermana, a la que llena de terror revela
que su hija está embarazada y que el padre de esa criatura es un
hombre casado. Doña Bárbara se controla durante los funerales de su
marido sin dejar de mirar con odio a su hija, quien teme a que su
madre sepa algo pues Berenice, nerviosa, no habla con ella. Por ello
acude a la pensión en que su amado Felipe vivía, suplicando a la
portera que le de el número telefónico del hombre, al que llama
pero contesta la esposa de este, quien le hace saber que su marido
tuvo una relación con ella y le exige que lo deje tranquilo con su
familia, acusándola de ser una zorra.
Tras
en entierro de Samuel, Bárbara casi muele a palos a Consuelo, a la
que exige que se deshaga del bastardo que lleva en las entrañas pero
ésta asegura que ya es demasiado tarde. Encima de ésto, Bárbara
habla con Guillermo Granados, gran amigo de su marido y también el
encargado de su testamento, quien la entera de que antes de morir el
viejo Samuel cambió su testamento y dejó absolutamente toda su
fortuna a su hija Consuelo, a la que el hombre desea casar con su
hijo, Salvador. Bárbara le asegura que su hija no está en
condiciones de casarse con nadie y le pide al hombre que sea discreto
y no diga nada sobre el testamento pues Consuelo pasa por momentos
difíciles y sería capaz de una locura con la herencia en sus manos.
Inmediatamente planea un viaje en una casa que la familia tiene en la
capital, a la que acude acompañada de Berenice y Consuelo, quien da
a luz ahí a su hijo, el cual le es arrebatado de los brazos desde el
momento de nacer y Bárbara le hace saber que si desea estar cerca de
él aceptará sus condiciones y una de ellas es que el niño se
registrará a nombre de ella y lo educará como su hijo, por lo que
su verdadera madre tendrá que tratarlo como a un hermano. Consuelo
se resiste a la idea, lo mismo que Berenice, a quien su hermana acusa
de haber sido una alcahueta que sabía de los amoríos de su hija y
nunca se los dijo. No queda para nadie más remedio que aceptar la
voluntad de doña Bárbara, quien dura, pero sonriente, toma al
recién nacido en sus brazos y jura a Dios que cuidará de él,
asegurando que ese es el hijo que siempre deseó y el cual será muy
distinto a la estúpida de su hija Consuelo.
En
la época actual, en San Martín del campo, Consuelo se apresura a
preparar el recibimiento de su hermano, Miguel, quien junto con su
madre, doña Bárbara, regresa luego de vivir unos años en la
capital, donde el muchacho ha terminado sus estudios universitarios,
siempre al lado de su obsesiva madre, quien no se separa de él un
solo momento. A la llegada de estos, Bárbara impide que los
esfuerzos de Consuelo sean correspondidos por el muchacho, quien
después a solas abraza a su hermana y le jura haberla extrañado
mucho durante los años en que no se vieron y en los que Bárbara se
negó a regresar a San Martín.
El
apuesto Germán Quintero, un seductor irresponsable sin oficio ni
beneficio, que se ha dedicado a estafar mujeres maduras, se ve
vinculado en la muerte de una de sus amantes, Susana Farías, una
mujer que lo ha llenado de lujos y que muere al estar fornicando con
él por lo que el gigoló decide huir de la gran ciudad en busca de
su hermana, Doris, una madre soltera que vive en San Martín del
campo y trabaja como asistente del licenciado Guillermo Granados, a
quien le tiene lealtad. La mujer reclama a su hermano estar metido
siempre en problemas y le ofrece una habitación temporal en su
sencillo departamento, desde donde el hombre ve caminando por la
calle a Consuelo, fijando su atención en ella. Pregunta a su hermana
quien es y esta le hace saber que es la solterona del pueblo,
heredera de una inmensa fortuna.
Salvador
está casado con Ana Luisa Carreón, una mujer vanidosa y presumida a
la que no ama y con la que tiene dos hijos: Iñaki, quien es el
consentido de la mujer y hace todo lo que ella le dice para así
salirse siempre con la suya a pesar de su padre, y Paula, que es
noble y de buenos sentimientos pero aburrida del pueblo y de convivir
con gente impuesta por su madre, quien considera a todos unos
ignorantes. La mujer insiste en comprometer a su hija con Enrique
Cisneros, un muchacho bueno para nada que vive con sus abuelos,
Josefina y Pedro, quienes lo aman a tal grado de consecuentar sus
caprichos por temor a perderlo, mientras que para Iñaki no encuentra
partido alguno, digno de su clase, situación que este aprovecha para
entretenerse con cuanta chica pueda.
Acompañada
por Amelia, Consuelo se confiesa con el padre Lauro, quien sabe su
vida y el cual le da tranquilidad por las cosas que ha tenido que
vivir. El sacerdote le aconseja a su fiel que sea fuerte y aguarde por
el momento en que su hijo Miguel tenga que saber la verdad. Ella teme
a que el muchacho la rechace por no haber sido fuerte para
defenderlo.
Bárbara
y Berenice recuerdan el pasado y esta última cree que Consuelo tiene
derecho a que su hijo sepa la verdad y disfrutarlo como tal. Furiosa,
Bárbara afirma que esa perdida no tiene derecho a nada: ni a
disfrutar del amor del fruto de su pecado ni de la herencia de su
padre, Samuel. Se paraliza al darse cuenta de que cometió una
indiscreción y entonces Berenice le pregunta si ha sido capaz de
hacerlos vivir a todos limitadamente a sabiendas de que Samuel sí
dejó una fortuna. Bárbara exige a su hermana que calle y que no la
acorrale con preguntas necias pues nunca será demasiado tarde para
echarla de su casa.
Paula
conoce a Miguel y se enamora perdidamente de él desde el primer
instante. Al saber quién es habla de él ante su familia y sus
abuelos, Guillermo y Ofelia, le aseguran que ese chico le conviene
pues es miembro de una de las familias más respetables del pueblo.
No así piensa Ana Luisa, quien recuerda a su hija que ella tiene un
compromiso con Enrique. Este comentario origina una discusión entre
la mujer y Salvador, quien no entiende porqué su esposa insiste en
obligar a su hija a ser novia de un muchacho al que no ama y no es
igual de implacable con Iñaki. Lo cierto es que Ana Luisa cree que
los viejos Pedro y Josefina guardan una fortuna que heredarán a su
único nieto.
El
padre Lauro aconseja a Ofelia que cuide a su nieta del nieto de Pedro
y Josefina, los cuales son buenos pero no así Enrique, el cual es
ambicioso y no tiene misericordia de los viejos, a los que Ofelia se
encuentra justo en la iglesia y trata con cordialidad.
En
la casa de las Velarde hay un accidente en la cocina por lo que de
inmediato Amelia sale en busca de un plomero. Al enterarse de esto,
Germán se hace pasar por uno y acude a arreglar el problema.
Entonces tiene un encuentro con Consuelo, quien se estremece al verlo
y de ello se da cuenta Berenice. El hombre y la mujer deben
interactuar y ello lo hace con timidez para luego pedir a Amelia que
se haga cargo y marcharse. La alcanza Berenice, quien le dice que ese
hombre también se ha fijado en ella y es demasiado guapo. Consuelo
finge no entender nada mas la tía le pide que con ella no finja pues
sabe reconocer cuando a otra mujer le ha gustado un hombre. Esto
provoca el llanto de Consuelo, quien asegura que ella jamás podrá
estar con otro hombre si esto significa alejarse de Miguel. Berenice
le pide que no se niegue a la oportunidad de amar y ser amada o
terminará como ella, además de que algún día, no muy lejano,
Miguel tendrá que enterarse de la verdad. Interrumpe Bárbara, la
cual asegura que eso no sucederá jamás. Exige a Consuelo que vuelva
a la cocina y cuando queda a solas con su hermana, la abofetea y le
advierte que si sigue interviniendo en los asuntos de su familia, los
cuales solo le conciernen a ella como matriarca, la echará y la
dejará en la calle. Berenice la desafía a que lo haga para que
entonces todos se enteren de la verdad, de sus chantajes, de sus
mentiras, y de lo cruel que ha sido con su única hija, a la que
arrebató no solo la oportunidad de amar, sino también a su hijo.
Bárbara está por abofetear nuevamente a su hermana, quien la
detiene y le pide que no sea ella la que la tiente, pues desde hace
muchos años tiene ganas de gritar la verdad y si la provoca lo hará,
pues como bien le ha dicho siempre: No tiene absolutamente nada. Ni
nada qué perder.
Consuelo
despide a Germán, quien le revela que no es ningún plomero mas se
ha hecho pasar por uno para verla de cerca pues desde que la vio
caminando en la calle no se la ha podido arrancar de la cabeza, pues
es la mujer más bella del mundo. Nerviosa, la mujer le pide que se
marche y este se niega hasta que ella le hace prometer, para que se
vaya, que se verán en la plaza del pueblo. Este suceso hace que en
la mujer renazcan ilusiones que creía perdidas y toda la noche se la
pasa pensando en el apuesto hombre que le ha devuelto la esperanza de
amar y ser amada.
Salvador
está harto de la holgazanería de Iñaki, al que obliga a trabajar
aun en contra de su voluntad. El chico pide ayuda a Ana Luisa pero
esta vez la mujer se pone del lado de su marido pues sabe que de esa
manera él la apoyará para casar a Paula con Enrique. Pero la chica
se ve a escondidas con Miguel. Se besan y son sorprendidos por
Enrique, quien enfrenta a su rival a golpes. Ambos resultan golpeados
y Enrique se lleva con él a la muchacha para amenazarla con decirles
a sus padres que la ha visto con un desconocido, como si fuera una
cualquiera. Paula le grita cuanto lo desprecia y le jura que jamás
será su novia ni se casará con él. Enrique, furioso, siente que
debe descubrir quien era el chico con el que Paula se besaba y
quitarlo del camino pues no le pueden arrebatar la fortuna de la que
desea gozar casándose con ella.
Ofelia
aconseja a Ana Luisa que no obligue a su hija a hacer lo que no
quiere o de lo contrario logrará que la muchacha no le tenga
confianza. A la madre poco le importa eso y le revela a su suegra que
solo anhela que su hija quede protegida en el futuro y no hay nada
mejor que eso que casarla con un rico heredero. Calla cuando la
suegra le pregunta si por esa razón ella se casó con su hijo
Salvador. Acude a Iñaki, al que hace saber que está harta de sus
suegros. El chico le pide a la mujer que convenza a Salvador para que
abandonen la provincia y vivan en la gran ciudad, donde todos pueden
tener mejores oportunidades.
Las
Velarde se alarman cuando Miguel llega golpeado a casa. Consuelo,
desesperada, corre a curarlo pero Bárbara la empuja y le pide que se
largue y no lo moleste para luego abrazar a su adorado hijo, al que
pregunta qué le han hecho. Este no dice nada, impactado por el trato
que su madre da a su hermana, la cual sufre al no poder estar cerca
de su hijo, quien más tarde le confiesa lo que sucedió y con quién
peleó. Por ello tempranamente Bárbara se presenta en casa de Pedro
y Josefinas para advertirles que dejen claro a su nieto que al
haberse metido con su hijo se han metido con ella. Aparece Enrique
para desafiarla y enmudece al saber que la mujer es poderosa e
intimidándose cuando esta le asegura que si vuelve a tocar a su hijo
será ella la que le diga a Ana Luisa que él no es más que un pobre
charlatán muerto de hambre que lo único que tiene de valor es el
apellido, con el cual ha podido engañar a la madre de la chica que
le gusta pero no a ella, quien es la que compró todos los bienes de
su familia, cuando se fueron a la ruina, a cambio de guardarles el
secreto de su pobreza. Enrique se enfada cuando sus abuelos le
confirman que eso es verdad.
Germán
asegura a Doris que se ha enamorado a primera vista de Consuelo.
Asustada, la hermana pide al hombre que desista de meterla en
problemas y se olvide de esa mujer, pues nunca se ha sabido de que
tenga intenciones de amar a alguien y, por lo que se rumora en el
pueblo, tiene una madre dura e intransigente que jamás le permitirá
estar con nadie, pues aunque aparenten lo contrario, se pudren en
dinero, cosa que ello sabe por los archivos que maneja en la oficina
de Guillermo. Esto hace que Germán decida ganarse a Doña Bárbara,
primeramente, por lo que comienza a hacerle visitas inventando ser un
vendedor de seguros, ganándosela poco a poco con su picardía y
galanura, oficio del que es un experto. Esto da mala espina a Miguel,
quien como futuro administrador de su madre cree que el hombre es un
farsante que desea enamorarla y se lo dice a él, de frente. Germán
se sincera y asegura que aunque Bárbara es una mujer demasiado
hermosa y atractiva a su edad, él en realidad preferiría tratar a
Consuelo, la cual también es hermosa, como su madre, y seguro igual
de inteligente. Bárbara ríe y con burla asegura al hombre que su
hija es una estúpida, ridiculizándola ante él por lo que Consuelo
solo agacha la cabeza, dando a entender al hombre su situación. Este
se despide y al marcharse Miguel discute con su madre, a la que pide
que no vuelva a admitir a ese hombre en su casa. Bárbara le asegura
que ha dicho una verdad absoluta: Recibió a Germán en su casa, la
casa de ella, por lo que como todos, él, como su hijo, debe acatarse
a sus decisiones. Miguel insiste y la discusión llega al grado de
que este insinúa que a su abuela le interesa el extraño, cuando
Bárbara está por abofetearlo intercede Consuelo, quien le suplica
que no le pegue al muchacho, por lo que la dura madre se marcha,
furiosa, mientras que Consuelo abraza a Miguel, al que jura que jamás
permitirá que le den el mismo trato que le han dado a ella. Este
pregunta a la mujer porqué siempre se ha dejado de su madre y
Consuelo le dice que por ser débil. Se marcha a su habitación y
allí es sorprendida por Germán, quien le asegura que no puede dejar
de pensar en ella e intenta besarla. Ella se niega a corresponderle y
llena de miedo le pide que se marche sin embargo el hombre lo hará
solo a cambio de un beso. La toma en sus brazos y la besa
apasionadamente para luego marcharse, dejándola llena de ilusiones.
Ninguno sospecha que todo lo ha visto Berenice, quien se siente feliz
por su sobrina y espera que esta vez la mujer encuentre la felicidad
que su madre le ha negado durante años.
Salvador
revela a Guillermo que a pesar de los años transcurridos él sigue
enamorado de Consuelo y desea divorciarse de Ana Luisa, con la cual
ha sido infeliz. Guillermo apoya a su hijo mas teme por la reacción
de Paula e Iñaki, los cuales cual no soportarán la separación de
sus padres. No saben que Iñaki los ha escuchado por accidente pero
no escuchó el nombre de Consuelo. Furioso, siente desprecio a su
padre y ahora más que nunca está del lado de Ana Luisa.
Enrique
maldice a Miguel cuando se entera quién es pues sabe que es el
partido perfecto para Paula, por lo que busca a Ana Luisa para
decirle que ha visto a su hija besándose con ese chico mas le pide
discreción pues no quiere quedar ante ella como un chismoso. La
mujer promete que no dirá nada mas pronto habla con su hija
intentando sacar información y esta le dice que ha conocido a Miguel
y se ha enamorado de él. Ana Luisa la abofetea.
Miguel
pregunta a Consuelo porqué nunca se casó ni tuvo hijos,
incomodándola. Berenice intercede y asegura a su sobrino que Bárbara
siempre le espantó los novIos a su hija, pensando que estos siempre
han ido tras su dinero. Esto extraña al muchacho, quien revela que
él siempre ha creído que han vivido limitadamente.
Bárbara
hace saber a Guillermo que de ahora en adelante será su nieto Miguel
el que maneje la administración de su fortuna, enmudeciendo cuando
el licenciado le dice que eso implicará tener que decirle al
muchacho que se le ha ocultado a Consuelo que ella es la heredera
universal de su padre y preguntará porqué a él no se le heredó
nada. Bárbara le asegura que bastará con decirle que su padre murió
sin saber que Bárbara estaba esperando un hijo mas Guillermo, de
nueva cuenta, le hace ver que el muchacho no es ningún tonto y
sospechará.
Consuelo
se encuentra con Germán, quien le revela estar perdidamente
enamorado de ella. La mujer le hace ver que él es más joven, aunque
sea por unos años, y que su amor no puede ser pues a ella su madre
jamás le permitiría estar con alguien. Germán se ríe y le hace
ver que ella es toda una mujer, libre de tomar sus propias
decisiones. La besa y ella se deja llevar, aceptando cuando él le
pide que lo acepte como novio, prometiéndole que se encargará de
doña Bárbara.
Berenice
comenta a su hermana que Germán le agrada y parece ser un buen
hombre, ideal para Consuelo, quien merece hacer su vida aunque ella
misma crea que es demasiado tarde. Bárbara ríe y pide a su hermana
que no sea ingenua pues su hija no es más que una tonta que no sirve
más que para ocuparse de los quehaceres de la casa y, por lo que se
ve, Germán es un hombre de mundo, conocedor, que jamás pondría los
ojos en un ser tan insignificante como Consuelo.
Es
el cumpleaños de Paula y, para envidia de Iñaki, sus abuelos le
organizan una fiesta a la que ayuden las Velarde. A esa fiesta acude
Germán para acompañar a Doris, quien lo ve mostrarse tan seguro,
conviviendo entre todos, que le pide que no la meta en problemas.
Pronto el hombre se encuentra con Consuelo, a quien trata con ternura
despertando la curiosidad de Bárbara, a la que dice que ha ido a la
fiesta solo para ver de cerca a la mujer más bella del universo.
Este comentario molesta a Bárbara pero no a Berenice, quien abraza a
su sobrina como símbolo de esperanza para luego reunirse con su
hermana, la cual dice estar segura ahora sí de que Germán no es más
que un charlatán que ningún hombre como él pondría jamás los ojos
en alguien tan insignificante como Consuelo.
Paula
pasa todo el tiempo con Miguel, incomodando a Enrique, al que Ana
Luisa hace saber que su hija solo se ha encaprichado pero terminará casándose con él. Sin embargo el chico ya no está tan seguro pues
con las amenazas de Bárbara sabe que tiene mucho que perder. Se
marcha y descarga su furia con sus abuelos, a los que responsabiliza
de su miseria y mala suerte. Pedro enfurece y le hace ver que si es
un pobre diablo es por su gusto pues está en edad de trabajar y ser
alguien en la vida en vez de ser un caza fortunas que aspira a ser un
mantenido por el resto de su vida. El chico entonces se emborracha
con Iñaki, el cual en estado etílico le dice que Ana Luisa solo
busca al mejor partido para casar a Paula, y cree que Iñaki recibirá
una gran fortuna de sus abuelos. Esto alerta al holgazán nieto, el
cual al llegar a casa registra por todas partes, buscando dinero,
dispuesto a apoderarse de todo lo de Pedro y Josefina.
Agosto
2018. Bárbara y Berenice hablan con el
padre Lauro del pasado y este provoca la ira de doña Bárbara al
decirle que ha sido injusta con su hija Consuelo, a la que no quiere
por causas que ellos tres saben. Bárbara sale furiosa de la iglesia
jaloneando a su hermana y se llevan una fuerte impresión cuando al
salir del recinto se encuentran frente a frente con Roberto Lavarta,
quien les pregunta si no les da gusto volverlo a ver. Bárbara evita
hablar con él y al llegar a casa se siente nerviosa, lo mismo que
Berenice, quien le dice que ese hombre ha sido el amor de su vida a
pesar de que ha pasado el tiempo. Bárbara exige a su hermana que
calle y recuerde que deben odiarlo mas Berenice recuerda que en el
pasado la obligó a lo mismo para arrebatárselo, solo por placer pues
ella ya estaba dispuesta a casarse con Samuel Velarde. Ninguna
sospecha que el hombre ha conocido a Consuelo y es allegado a Doris,
a la que ayudó a salir adelante. El hombre se presenta en casa de
los Velarde, sorprendiendo a todos cuando dice conocer a Bárbara
perfectamente. Habla con ella en privado y la mujer le ofrece una
fuerte suma de dinero a cambio de que se vaya lejos, que no vuelva a
aparecer por el resto de su vida. Roberto toma el dinero y se marcha
no sin antes advertir que que de cualquier forma ella algún día
tendrá que decir la verdad a Consuelo. Se marcha y entonces Berenice
pide a su hermana que diga la verdad a sus hijos pero Bárbara se
niega rotundamente y asegura que antes de ensuciar su reputación es
capaz de matar al que se atreva a ponerla en tela de juicio.
Germán
finge estar perdidamente enamorado de Consuelo, a la que promete
grandes cosas y a la que desea hacer suya pero ella, tímida, se
niega. Entonces él le pide que se casen y que sean felices lejos de
su madre pero la mujer no quiere apartarse más de Miguel por lo que
el ambicioso Germán ata cabos con Doris y Roberto y llegan a la conclusión de que el muchacho en realidad es hijo de la mujer. Por
ello Doris habla con Ofelia y Guillermo, los cuales hablan en privado
y coinciden en que si la empleada hace preguntas es porque sospecha
algo. Guillermo entonces revela a su mujer que es verdad: Miguel no
es hijo de Bárbara, sino de Consuelo. No se dan cuenta de que Ana
Luisa los ha escuchado para luego ir a decírselo a Salvador, quien
la sacude y le advierte que si dice una sola palabra de lo que ha
escuchado se encargará de ponerla en su lugar. Nuevamente discuten y
ella lo acusa de seguir enamorado de Consuelo. Aparece Paula y exige
a su padre que le diga si eso es verdad y él simplemente sale
furioso.
Miguel
pregunta a Amelia por qué Bárbara nunca a querido a Consuelo pues
no se traga el cuento de que sea porque ésta es débil. Amelia evita
hablar del tema y acude a Berenice luego que el muchacho le asegura
que él dará con la verdad pues ha descubierto que las mujeres de la
casa guardan muchos secretos. Berenice pide a la sirvienta que no se
preocupe pues después de todo a todos les llega su hora y a su
hermana le llegará el momento de enfrentarse a todo el daño que ha
hecho. Sale en busca de Roberto, al que dice que nunca ha dejado de
amarlo. Él asegura que tampoco la ha olvidado y que lo ocurrido
antes fue provocado por Bárbara, quien lo sedujo con la única
intención de separarlos, para no permitir que su hermana fuera
feliz.
Consuelo
revela a Bárbara que se ha enamorado de Germán y desea estar con
él. La madre ríe y le asegura que el hombre la despreciará cuando
se entere de su pasado, a demás de que no es más que un ambicioso
que desea casarse con ella para gozar de su fortuna. Las dos mujeres
discuten y entonces Consuelo amenaza a su madre con decirle a Miguel
la verdad de su origen si no le permite ser feliz con el hombre que
ama. Bárbara la desafía, asegurando que entonces ya serán los dos
hombres a los que más quiere los que la desprecien por ser una
perdida. Interviene Berenice, quien defiende el amor que siente su
sobrina por Germán y cuando Bárbara asegura que las dos son
iguales, Berenice asegura que sí, que las dos son iguales pues
fueron víctimas de sus mentiras y chantajes. Ante ofensas y
humillaciones de Bárbara, Berenice saca a relucir a Roberto Lavarta
por lo que la imponente hermana mayor calla y no queda más remedio
que pedir a Consuelo que le diga a Germán que darán una cena a la
que él y los suyos están invitados. La mujer agradece y comparte su
felicidad con Amelia, a la que dice que por fin comenzará a ser
feliz. La criada le aconseja que una vez casada diga la verdad a
Miguel, quien ha comenzado a tener sospechas de que le ocultan algo.
Consuelo sin embargo prefiere que el muchacho la siga viendo como una
hermana antes de padecer su desprecio.
Ana
Luisa habla con Germán y le hace saber que las Velarde están en la
ruina desde hace mucho tiempo y que Bárbara solo aparenta pues
siempre le ha importado el qué dirán. También le insinúa que
Consuelo es una mujer con “pasado” y que quizás él lo ignora.
El hombre deja caro a Ana Luisa que no le importan los chismes ni las
insinuaciones de mujeres como ella, que a leguas dejan entre ver que
están celosas por lo que le recomienda que se encargue de conquistar
a su marido en vez de perderlo con intrigas contra la mujer de la que
es obvio que el hombre está enamorado. Ana Luisa cahetea a Germán y
se marcha.
Enrique
discute con Pedro luego de insistir en querer apoderarse de la
supuesta fortuna que el hombre tiene, y la pelea llega a tal grado
que el hombre sufre un infarto y muere en el hospital. Al funeral
acude todo el pueblo y Enrique intenta refugiarse en brazos de Paula,
a la que pide que no lo deje pues sin ella la vida no vale nada.
Todos se sorprenden cuando la endurecida Josefina pide a la muchacha
que se aleje de su nieto o de lo contrario será muy infeliz pues es
un bueno para nada que solo está detrás de su fortuna pues ellos
están arruinados desde hace muchos años, cuando el mismo Enrique
los llevó a la quiebra. El muchacho mira con odio a su abuela, quien
le pide que por respeto a su abuelo y a sus difuntos padres la deje
tranquila a ella y se busque la vida. En ese momento todos repudian a
Enrique, quien dominado por la culpa, la vergüenza y la miseria,
corre por las calles de San Martín, desesperado. Se topa con
Roberto, quien le aconseja que deje de ser un cobarde y luche por la
mujer que ama, aunque tenga que robársela. Sin embargo Iñaki
advierte al chico que, si hace una tontería, terminará por
enlodarse a sí mismo, por lo que le aconseja que se vaya a otra
ciudad. Sin embargo Enrique es necio, y está decidido a todo.
Berenice
pide a Germán que no haga sufrir a Consuelo, quien ya ha padecido
demasiado en la vida. El hombre pregunta a la vieja cómo es que
perdieron toda su fortuna si por lo que todos saben el viejo Samuel
era muti millonario. Berenice le asegura al hombre que eso es lo que
Bárbara les ha hecho creer a todos porque en realidad esa fortuna
todavía existe y es manejada por Guillermo Granados. Por ello Germán
pide a Doris que investiga en cuanto está estimada esa fortuna de la
que él pronto gozará mas la hermana se niega a ser cómplice de sus
planes.
Bárbara
y Roberto se encuentran y ella solo grita cuanto lo desprecia por
haberla engañado hace muchos años. Él se burla de ella y le
recuerda que solo le dio lo que quiso en sus intentos por separarlo
de Berenice, a la que amaba y de la que ella siempre estuvo celosa.
Le exige una fuerte suma de dinero o de lo contrario la acabará revelándoles a todos que la razón por la que siempre ha despreciado
a Consuelo ha sido porque ella no es hija de Samuel, con quien la
mujer se casó para heredarlo, enjaretándole una hija que no era
suya. Bárbara asegura que eso es mentira pero Roberto está
completamente seguro de que lo que dice es tan cierto como que él es
el verdadero padre de Consuelo.
Miguel
y Paula se hacen novios a pesar de la negativa de Ana Luisa, quien
pide a Iñaki que les haga pasar malos ratos. El chico la obedece y
disfruta molestando a Miguel. La relación de los muchachos hace que
Salvador se anime a revelar a Consuelo que él la sigue amando y es
capaz de todo por recuperarla. Consuelo lo rechaza y le habla del
amor que siente por Germán.
Ofelia
descubre que Doris está husmeando en asuntos que no le competen, en
el despacho de Guillermo, al que alerta de que la muchacha se
comporta de manera extraña. No sospechan que ésta ha descubierto
que Consuelo es la heredera universal de Samuel y que ha estado
engañada durante años. Se lo hace saber a Germán, a quien Roberto
le revela sus sospechas sobre la maternidad de Consuelo pues cree que
esta es la que parió a Miguel y no Bárbara, como lo han hecho creer
a todos. Germán pregunta esto a la mujer, quien lo niega hasta que
él la acorrala y no tiene más remedio que aceptarlo. Germán la
besa y abraza mas piensa en si será un acierto casarse con ella pues
si llega a enterarse de que es una rica heredera pondrá todo a
nombre de su hijo.
Miguel
y Enrique vuelven a tener un altercado en el que Enrique lo amenaza
de muerte delante de Paula, quien exige al hombre que se aleje de
ella y la deje en paz pues lo desprecia desde que lo sabe un
mentiroso y un caza fortunas.
Berenice
revela al padre Lauro que todavía está enamorada de Roberto
Lavarta. El sacerdote le aconseja que apague esos sentimientos pues
está convencido de que el hombre ha regresado luego de muchos años
para nada bueno.
Germán
enfrenta a Bárbara, a la que le dice saber la verdad sobre el origen
de Consuelo y también el de Miguel. La mujer le ofrece una fuerte
suma de dinero a cambio de que se vaya lejos y se olvide de su hija
pero él se niega a aceptar, convencido de que le conviene ser el
marido d ela heredera universal de Samuel Velarde. Interrumpe
Consuelo y le hacen creer que se ponen de acuerdo para la cena que
darán y en la que el hombre desea pedir su mano, emocionándola.
Bárbara le dice a su hija que al casarse renunciará absolutamente a
todo y para ello deberá firmar un documento que ella ha preparado.
Se lo entrega para que lo firme y la mujer lo hace a pesar de que
Germán se interpone.
Germán entonces se marcha, enojado, confundiendo a su
amada, quien se desahoga con Amelia y Berenice, la cual enfrenta a su
hermana, quien llena de alegría asegura que ese canalla no se casará
con su hija y no por ella, sino porque su ambición no se lo
permitirá. Llega el día de la cena y aunque Doris insiste a su
hermano que acudan este se niega y se emborracha en una cantina,
siendo Roberto el único que asiste para hacer insinuaciones sobre la
reputación intachable de Doña Bárbara de Velarde, quien luego de
la media noche considera que es momento para que todos se marchen
pues está convencida de que Germán no llegará a la cena. Este
suceso causa un terrible dolor a Consuelo, quien no acepta la
cercanía de nadie y se encierra en su habitación a llorar en
soledad, sintiéndose una estúpida que creyó que todavía no era
tarde para el amor cuando su madre siempre tuvo razón: Solo es una
pobre tonta e insignificante que no merece el amor de ningún hombre.
Por su parte, Germán abandona San Martin para volver a la ciudad y
enfrentar sus problemas ante la justicia, siendo sentenciado a pasar
unos años en prisión por sus estafas. Desde ahí mantiene contacto
con Doris, a quien cuenta lo que ha hecho y cómo ha decidido
enmendarse por amor a Consuelo, a la que desea buscar cuando abandone
las celdas y así poder ser digno de merecerla.
Bárbara
y Berenice enfrentan los fantasmas de su pasado y la primera busca a
Roberto para exigirle que se marche la misma noche en que Enrique
ataca a Miguel con una navaja al grado de llevarlo al borde de la
muerte. Necesita transfusión de sangre y por ningún lugar logran
encontrar una que sea compatible. Consuelo no desea separarse de él
pero Bárbara le exige que deje de evidenciarse y guarde su distancia
pues la madre del muchacho es ella. Intercede Roberto, quien le dice
que eso no es verdad y que Consuelo tiene todo el derecho de estar al
lado de su hijo y gritarle que es su madre antes de que este muera
así como debe decirle a Consuelo la verdad de sus orígenes. Y así
sucede pues Consuelo acude al lado de Miguel, a quien pide perdón
por no haber sido valiente y defenderlo, dominada por el miedo que
siempre le tuvo a su madre. Miguel la perdona y la llama madre para
entonces morir en sus brazos. Esto llena de tanto dolor a Consuelo,
que enfrenta a su madre, cuando Roberto le revela que él es su
verdadero padre, y le dice que nunca le perdonará lo que le ha hecho
y todo el daño que ha causado solo para salvar su nombre, aunque su
consciencia siempre esté manchada. Bárbara se encierra en su
habitación sin asistir a los funerales de Miguel, levantando
sospechas que se vuelven verdad cuando Consuelo anuncia a sus
conocidos que ella era la verdadera madre de Miguel. Tras enterrarlo
se lleva una gran sorpresa cuando en el cementerio aparece Felipe
Medrano, quien llora y habla con la mujer para decirle que siempre
supo de la existencia de su hijo pero jamás tuvo el valor para
volver luego de abandonarla. Le revela que se ha divorciado, que
tiene familia a la que no ve desde hace años y que desea recuperarla.
Consuelo lo rechaza, lo culpa de toda la infamia que ha tenido que
parecer a raíz de su engaño y traición y le exige que se marche y
nunca más la vuelva a buscar pues no quiere verlo.
Bárbara
se atormenta por los recuerdos, por su error de juventud y por haber
arrastrado a su hija a vivir un infierno y todo para nada.
Roberto
se entera por Guillermo y Salvador que Consuelo es heredera universal
de Samuel y que Bárbara fungió como su albacea, ocultando siempre
la verdad a su hija, misma a la que el hombre comienza a acercarse, reanudando su relación con Berenice, a la que Bárbara le augura un
destino fatal a lado de un ambicioso que una vez jugó con ella y
ahora solo intentará sacar provecho de su hija. Berenice lamenta que
su hermana piense que todos son iguales a ella.
Josefina
visita a Enrique en prisión donde llora y le pregunta qué hizo mal
para que el sea de la manera que es. El muchacho la desprecia y la
agrede por ser pobre y a causa de eso él careciera de oportunidades.
La mujer se despide de él para siempre.
Paula
sufre por la muerte de Miguel y Ana Luisa le reprocha que sufra por
un bastardo que no mereció nunca la pena. Esto provoca que la mujer
tenga un enfrentamiento con Salvador, al que tacha de bufón de su
padre y vivir bajo las enaguas de su madre, incapaz de tomar sus
propias decisiones. El hombre se decide y anuncia a su mujer que
comenzará con los trámites del divorcio. Ella lo amenaza con irse
lejos de él, con sus hijos, a los que nunca volverá a ver, pero
Paula aparece para asegurar que ella permanecerá al lado de su
padre. Por su parte Iñaki reprocha a su padre el estar enamorado de
otra. Lo insulta a tal grado que Salvador lo abofetea y le prohíbe
que lo vuelva a señalar y cuestionar.
El
cínico Felipe aparece ante Consuelo para pedirle una fuerte suma de
dinero a cambio de que él no la vuelva a buscar nunca más en la
vida. Ella lo abofetea y le exige que se marche de su casa. Él la
toma por la fuerza en sus brazos, la besa y le dice estar seguro de
que ella todavía siente algo por él pues ningún otro estúpido ha
puesto los ojos en alguien tan insignificante como ella.
Aparece
doña Bárbara con una escopeta que dispara al aire para luego
apuntar al hombre, ordenándole que suelte a su hija o no dudará en
matarlo y así terminar de una vez por todas lo que empezó hace
tantos años. Felipe se marcha no sin prometer que volverán a saber
de él. Consuelo se encierra a llorar en soledad admirando una imagen
de Miguel, preguntándose porqué la desgracia insiste en
perseguirla.
Cuatro
años después, tras celebrarse el aniversario luctuoso de Miguel,
afuera de la iglesia del padre Lauro, Consuelo se encuentra con
Doris, a la que evita mirar, siguiéndose de frente. Doris se acerca
a ella y le entrega una carta de Germán, en la que este le revela
que está a punto de salir en la cárcel pues antes de conocerla fue
un estafador y llegó a refugiarse en San Martín del campo, donde la
conoció y en verdad se enamoró de ella a primera vista. La mujer
habla con Amelia, a la que dice que el hombre no la abandonó sino
que quiso enmendar sus errores y ahora desea volver a ella para
reanudar lo que existió entre ellos. Las escucha Bárbara, quien
asegura a su hija que los hombres como Germán jamás cambian y él
siempre seguirá detrás de su dinero y ahora ha decidido volver
porque la sabe rica y sola, sin nadie que se interponga en sus
planes. Berenice pide a su hermana que deje de entrometerse en la
vida de su hija y acepte que los demás pueden lograr la felicidad
que ella no pudo.
Roberto
visita a Germán en el reclusorio, donde lo declaran libre. Los dos
se dan un fuerte abrazo y acuerdan seguir con sus planes originales
pues desean compartir la fortuna Velarde por medio de Consuelo, a la
que creen ingenua y capaz de todo por unas migajas de amor.
El
padre Lauro visita la cárcel para informarle a Enrique que Josefina,
su abuela, ha muerto. El muchacho llora, arrepentido, y promete al
sacerdote que enmendará su camino dentro del reclusorio para ser un
hombre distinto el día en que lo abandone.
Salvador,
ya divorciado y cercano a Consuelo, pide a esta que sea su esposa
pero la mujer de nueva cuenta lo rechaza. Le habla del amor que
todavía siente por Germán y se enoja cuando Salvador intenta
hacerle comprender que ese hombre no le conviene. Le pide que no
vuelva a buscarla y tras un encuentro con Germán, le pide que acuda
a su casa para fijar la fecha de su boda a pesar de la insistencia de
Bárbara para convencer a su hija de que ese hombre solo va tras su
dinero. En esa fiesta Consuelo acepta ser la esposa del hombre así
como anuncia, apoyada por Guillermo y Ofelia, que al no ser hija
natural de Samuel Velarde ha renunciado a su herencia, la cual ha
entregado a hospicios con la ayuda del padre Lauro, al Roberto así a
Bárbara, quien se niega a aceptar la locura que su hija ha cometido.
Esta asegura que sin embargo está completamente segura de que al
lado del hombre al que ama y que la enamoró con su encanto vivirá
de una manera digna pues es un hombre nuevo.
Roberto
reclama a Guillermo el haber cooperado a que se ejecutaran las malas
decisiones de su hija, a la que luego dice que su madre siempre tuvo
razón y es una estúpida por regalar la fortuna que debió compartir
con él. Tal comentario hace que Bárbara y Roberto se despedacen
verbalmente, sacando a la luz sus secretos por lo que él sale
molesto de la casa de las mujeres cuando Berenice, con llanto, lo
desprecia, mientras que Germán asegura que a él no le importa el
estado económico de Consuelo y se casará a fin de mes, pero en
realidad se siente destruido y Doris lo reconforta diciéndole que si
en verdad ama a Consuelo se casará con ella y serán felices. El
hombre asegura es verdad y él buscará su felicidad.
Roberto
sufre un accidente de auto en el que pierde la vida y esto acerca más
a Bárbara y Berenice, quienes sufren por el amor que las dos
sintieron por Roberto, al que dan el último adiós en el cementerio,
para luego ambas pedirse perdón mutuamente.
Ana
Luisa, arrepentida y convertida en una nueva mujer, pide a Salvador
que regresen y vuelvan a estar juntos, pues Paula se ha marchado al
extranjero a culminar sus estudios, e Iñaki ahora radica en Ciudad
de México, donde ha retomado el buen camino. Salvador acepta y el
matrimonio regresa.
Amelia
se entera de que Consuelo no donó su fortuna y le pregunta por qué
ocasionó la muerte de su padre con semejantes mentiras. Ella asegura
que Roberto murió en un accidente que ella no provocó y le suplica
que calle el secreto pues solo de esa manera sabrá si Germán la ama
realmente o no.
Bárbara
suplica a Guillermo y el padre Lauro que le digan la verdad sobre la
herencia de su marido y estos le aseguran que lo que Consuelo reveló
es verdad y ahora solo tienen lo necesario para vivir. La mujer
insiste en no creerles y habla con Ofelia, quien le pide que en vez
de preocuparse por el dinero y el qué dirán se preocupe por la
felicidad de su hija, la cual ha sufrido ya demasiado por su culpa.
La mujer se niega y al regresar a casa prepara sus maletas para irse,
asegurando a Berenice que ella no verá como Consuelo termina de
hundirse en el lodo, cometiendo más pecados imperdonables al lado de
un imbécil que solo la llenará de apuros y sufrimientos, si es que
en verdad se casa con ella, ahora que la sabe en la calle. Consuelo,
que lo ha escuchado todo, no detiene a su madre, la cual solo espera
que no esté equivocada ni cometa una locura. Se marcha de viaje
indefinidamente.
Llega
el día de la boda entre Consuelo y Germán y ella llega a la
iglesia, donde lo espera hasta que la preocupada Berenice, temerosa a
la reacción de su sobrina, pide a Amelia y el padre Lauro que la
ayuden. Acuden a la mujer, quien llena de rencor les dice a qué han
ido y ella sabe perfectamente que Germán no llegará, por lo que
pide a Salvador y Guillermo que hagan lo que acordaron. Estos buscan
a Doris, quien con llanto les dice que Germán se ha ido de San
Martín para siempre. Le entregan una carta para que se la envíe al
hombre, donde quiera que se encuentre, mientras que en casa Consuelo
llora amargamente y asegura a Berenice que nunca más volverá a
confiar en otro hombre pues dos veces se encontró frente al mismo
sol, lleno de luz radiante que solo la cegó para ser burlada.
Cuando
Germán tiene en sus manos la carta que Doris le ha enviado se entera
de que Consuelo nunca perdió su fortuna y que todavía la conserva
por lo que vuelve al pueblo y le suplica que hable con él pero ella,
dura, se niega a abrirle la puerta a pesar de que Berenice le pide
que lo haga pues es su última oportunidad para ser feliz. La mujer
se niega rotundamente y Amelia le dice al hombre que Consuelo no
desea verlo ni hablar con él. Este llora y grita que la ama,
mientras ella llora aferrada a una fotografía de Miguel, dispuesta a
darle la espalda al amor con la seguridad de que es lo mejor, pues de
nueva cuenta cometió un error al enamorarse de un imposible,
convencida de que esa es la penitencia que debe padecer, por todos
sus pecados.
Fin
©
EL
PERDÓN DE LOS PECADOS
DR. 2018
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(R)
2016 (P) 2018